En el ámbito laboral, la distinción entre un despido justificado y uno injustificado es fundamental. A continuación, desde VG Abogada, nuestro bufete en A Coruña, exploramos las diferencias clave entre ambos tipos de despido.
El despido justificado: causas y consecuencias
Un despido justificado, también conocido como despido procedente, se produce cuando la empresa tiene razones válidas y legalmente reconocidas para finalizar la relación laboral. Estas causas están tipificadas en el Estatuto de los Trabajadores y se dividen en dos categorías principales:
1. Despido disciplinario
Se basa en el incumplimiento grave y culpable de las obligaciones por parte del empleado. Algunos ejemplos comunes son la desobediencia, las faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad, la indisciplina, la disminución continuada y voluntaria del rendimiento, o el acoso laboral.
Para que sea procedente, la empresa debe notificar al trabajador por escrito, detallando los hechos que motivan la decisión y la fecha en que tendrá efecto. Si el despido disciplinario es declarado procedente, el trabajador no tiene derecho a indemnización, solo a la prestación por desempleo si cumple los requisitos.
2. Despido por causas objetivas
Este tipo de despido se fundamenta en motivos económicos, técnicos, organizativos o de producción que no son imputables al trabajador. Por ejemplo, una empresa puede necesitar reducir su plantilla debido a una crisis financiera, la introducción de nuevas tecnologías que hacen innecesarios ciertos puestos, o una reestructuración interna.
A diferencia del despido disciplinario, el despido objetivo da derecho a una indemnización de 20 días de salario por año trabajado, con un máximo de 12 mensualidades.
El despido injustificado: ¿qué sucede si no hay causa?
El despido injustificado, o despido improcedente, se produce cuando la empresa finaliza el contrato de trabajo sin una causa legalmente válida o no puede probar la causa alegada. También se considera improcedente si la empresa no cumple con los requisitos formales, como no entregar la carta de despido por escrito o no detallar adecuadamente los motivos.
Cuando un despido es declarado improcedente, el trabajador tiene dos opciones:
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Readmisión. La empresa debe readmitir al trabajador en su puesto, en las mismas condiciones que tenía antes del despido, y pagarle los salarios de tramitación (el tiempo que pasó desde el despido hasta la fecha de la readmisión).
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Indemnización. El trabajador puede optar por recibir una indemnización por despido improcedente. Esta indemnización se calcula con base en la antigüedad y el salario del trabajador: 33 días de salario por año trabajado (con un máximo de 24 mensualidades) para los contratos firmados a partir del 12 de febrero de 2012, y 45 días de salario por año trabajado para el tiempo de servicio anterior a esa fecha (con un máximo de 42 mensualidades).
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